Buenas...

Leedme si queréis, no os obligo.

miércoles, 27 de junio de 2012

Zona Cero



Gran explosión. No sabes de dónde proviene. Lo único que tienes para guiarte es el humo y ese pitido en los oídos que pronto empieza a remitir. Estás vivo. Tienes suerte. O eso pensabas. 
Ves a familias divididas. Un hombre, malherido y con una gran brecha en la cabeza sujeta una mochila, de esas con carrito, llorando. Te das cuenta de la razón por la cual llora porque todavía hay un brazo agarrado a la mochila. O mejor dicho, medio brazo. 


Te das la vuelta y lo único que ves es destrucción. Los edificios colindantes a la zona de la explosión, que ya has encontrado gracias al humo están cubiertos de un polvo negro y manchas de sangre por todas partes.  Odias pensarlo, pero aprecias una extraña belleza en esta imagen. Te imaginas a ti mismo pintando un cuadro, escogiendo los colores para inmortalizar esta escena. Incluso te sorprendes de dedicar tanto tiempo a pensar qué tono de rojo se parecería más al rojo de la sangre que ahora te cubre la cara. 
A tu alrededor sigue el mismo caos que al principio. Ni ambulancias, ni policía ni siquiera mirones se han atrevido a entrar en la zona cero. Pareces el último superviviente de tal catástrofe. Al menos el único que conserva todos sus miembros. 


Ignorando los cadáveres, miembros mutilados y vísceras varias que se cruzan en tu camino, te diriges hacia el lugar de la explosión. Notas que estás llegando al ver que el suelo se vuelve cada vez más negro. "El fuego parece haberse extinguido muy rápido. Demasiado" piensas.


Y llegas. Un gran cráter en un suelo antes sólido, ahora inestable. Ignoras el calor del suelo, que te abrasa las suelas de los pies hasta notar cómo se quedan en carne viva y te acercas a ver la causa de la explosión.
Te encuentras el cadáver (o lo que queda de él) de una niña de unos seis años con los restos de una bomba al pecho. 


Todavía lleva el pañuelo que la regalaste en su 5º cumpleaños.